Costa Nova es conocida por los palheiros, alegres casas listadas. Antiguamente las usaban los pescadores para guardar las redes, y acabaron convirtiéndose en viviendas. Una de ellas la ocupó Eça de Queiroz, cuyo recuerdo perdura en el callejero. El paseo de la ría es una delicia. A un lado quedan esas casas, con sus restaurantes en los que sirven marisco y pescado, tiendas de souvenirs,pastelerías y heladerías, y al otro, la ancha ría; en medio, el empedrado, con sus dibujos de caballitos de mar y peces, una amplia zona de césped y un camino para las bicicletas.
Es un sitio de ensueño, para aquel que busque tranquilidad y armonía. Si lo que buscas es ambiente callejero de bares y cañas es mejor Aveiro. Si a mí me preguntan, me quedo con la relajación de Costa Nova.
La primera vez que visité Costa Nova fue 15 minutos, estabamos alojados en Aveiro porque ibamos a hacer la ruta de los Passadizos do Paiva y a su regreso el autobús nos paró en esta localidad para ver sus casitas de colores. Me pareció una ciudad de cuento y estas vacaciones decidí volver. Cúal fue mi sorpresa que detrás de esas casitas de colores que vi 7 meses antes y aquella ría que bordeaba la ciudad, asomaba una de las playas más bonitas que he visto, de arena fina y blanca, y totalmente salvaje, ajena a construcciones y de lo más tranquila. Tiene tablones de madera para el que no quiera pisar la arena y una enorme zona de dunas protegidas.
Un sitio ideal para desconectar de la ciudad y escuchar el oleaje mientras te das un gran paseo. Ya al final hay un chiriguito que respeta el entorno y en el que recomiendo hacer una parada para tomar alguna bebida.Tiene sillas a ras de la arena para que te sientas relajado y puedas ver y deleitarte con el paisaje que tienes enfrente, a ser posible coincidiendo con una puesta de sol.
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Palheiros de Costa Nova. |
El aspecto que presentaba este lugar hace menos de dos siglos distaba mucho de ofrecer cualquier tipo de color, salvo el casi blanco de la arena de sus playas y el azul del océano. Todo cambió cuando empezó a ser objeto de deseo de los pescadores. La construcción del puerto de Aveiro y lo que se conoce hoy como la playa de Barra, dejaron sin posibilidades de pesca la zona de San Jacinto. Un lugar que precisamente es hoy lo que fue Costa Nova en su día. Playas salvajes rodeadas de dunas y vegetación sin el menor rastro de ladrillo.
Esos hombres y mujeres del mar «emigraron» al sur. A lo que bautizaron como Costa Nova del Prado, ya que para ellos se trataba de una costa nueva por explorar. Allí se asentaron y comenzaron a levantar los ‘palheiros’, una especie de pajares de madera en los que guardaban sus útiles de pesca como las redes. Sin quererlo habían puesto los cimientos de lo que se convertiría en uno de los símbolos de la costa portuguesa. Esas pequeñas casetas las pintaron de rojo y blanco, en un principio con líneas horizontales. Pero el tiempo pasó y, mientras en otras zonas próximas los ‘palheiros’ fueron abandonados a su suerte —alguno queda en pie en Esmoriz— y devorados por los fuertes vientos que soplan en estas tierras, en Costa Nova se tiró de imaginación. Esos pajares de un solo piso y sin tabiques comenzaron a reconvertirse en pequeñas casas de veraneo. Los burgueses de entonces, para distinguirlas de las tradicionales casetas de pescadores, cambiaron las líneas horizontales por verticales e introdujeron nuevos colores como el amarillo, el azul, el verde… La personalidad de Costa Nova se fue forjando.
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Casitas de colores cercanas a la playa |
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Dunas de la playa de Costa Nova |
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Vistas desde el chiringuito |
La fotografía de abajo es la playa de barra. Como se puede ver es una playa más recogida que la de Costa Nova y está más cerca de la ciudad de Ilhavo, a la que fuimos desde Costa Nova, alquilando unas bicicletas y recorriendo todo el paseo de la ría por su enorme carril bici. Es un playa más concurrida al ser más apta para el baño.
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Al fondo a la izquierda podemos ver el faro de Aveiro, el más grande de Portugal. |
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Moliceiro de Aveiro |
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